Las marcas blandas, también conocidas como marcas blancas o marcas de distribuidor, son productos fabricados por una empresa y vendidos bajo el nombre de la cadena minorista en lugar de una marca reconocida. Estas marcas suelen ofrecer una alternativa más económica a los productos de marca reconocida y se encuentran en una amplia variedad de categorías, como alimentos, productos de limpieza, artículos de cuidado personal, productos para el hogar y más.
Cuando los consumidores cambian sus hábitos por marcas blandas, generalmente se refiere a un cambio en las preferencias de compra hacia productos genéricos o de marca blanca en lugar de marcas reconocidas. Este cambio puede estar impulsado por varios factores, como la percepción de mejor relación calidad-precio, la búsqueda de opciones más económicas o una disminución en la fidelidad a la marca.
Por lo general, este cambio en los hábitos de compra puede ser una respuesta a cambios económicos, como recesiones o períodos de incertidumbre financiera, donde los consumidores buscan reducir sus gastos. También puede ser influenciado por estrategias de marketing de marcas blancas que resaltan su calidad y valor competitivo en comparación con las marcas reconocidas.
Este fenómeno puede tener un impacto significativo en la industria, ya que las marcas establecidas pueden perder cuota de mercado y enfrentar una mayor competencia. A su vez, puede llevar a que las marcas reconocidas ajusten sus estrategias de precios y marketing para mantener la lealtad del consumidor y competir con marcas blancas.